Da outra calçada tornei a olhar; você havia se virado e acenou-me com a mão.
Um rio de veículos e de gente corria entre nós; eram cinco horas de uma tarde qualquer; como eu podia saber que aquele rio era o triste Aqueronte, o intransponível?
Não nos vimos mais e um ano depois você estava morta.
E agora procuro essa memória e a vejo e penso que era falsa e que por trás da despedida trivial estava a infinita separação.
Ontem à noite não saí depois do jantar e reli, para compreender essas coisas, o último ensinamento que Platão põe na boca de seu mestre. Li que a alma pode fugir quando morre a carne.
E agora não sei se a verdade está na infausta interpretação ulterior ou na despedida inocente.
Porque, se as almas não morrem, é bom que em suas despedidas não haja ênfase.
Dizer adeus é negar a separação, é dizer: “Hoje brincamos de nos separar, mas nos veremos amanhã”. Os homens inventaram o adeus porque se sabem de algum modo imortais, embora se julguem contingentes e efêmeros.
Delia: um dia reataremos – à margem de que rio? – este diálogo incerto e nos perguntaremos se algum dia, em uma cidade que se perdia em uma planície, fomos Borges e Delia.
Delia Elena San Marco
Nos despedimos en una de las esquinas del Once.
Desde la otra vereda volví a mirar; usted se había dado vuelta y me dijo adiós con la mano.
Un río de vehículos y de gente corría entre
nosotros; eran las cinco de una tarde cualquiera; cómo iba yo a saber que aquel
río era el triste Aqueronte, el insuperable.
Ya no nos vimos y un año después usted había
muerto.
Y ahora yo busco esa memoria y la miro y
pienso que era falsa y que detrás de la despedida trivial estaba la infinita
separación.
Anoche no salí después de comer y releí,
para comprender estas cosas, la última enseñanza que Platón pone en boca de su
maestro. Leí que el alma puede huir cuando muere la carne.
Y ahora no sé si la verdad está en la aciaga
interpretación ulterior o en la despedida inocente.
Porque si no mueren las almas, está muy bien
que en sus despedidas no haya énfasis.
Decirse adiós es negar la separación, es
decir: Hoy jugamos a separarnos pero nos
veremos mañana. Los hombres inventaron el adiós porque se saben de algún
modo inmortales, aunque se juzguen contingentes y efímeros.
Delia: alguna vez anudaremos ¿junto a qué
río? este diálogo incierto y nos preguntaremos se alguna vez, en una ciudad que
se perdía en una llanura, fuimos Borges y Delia.
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